CON PRECAUCIÓN
Muchos se quedarán colgados de la brocha
Por Sergio Mejía Cano
Si bien hoy en día no se habla del “tapado” ni de la frase de que “el que se mueve no sale en la foto”; de todos modos, se habla ahora de “corcholatas” y respecto a eso de moverse, ahora casi desde el comienzo de un nuevo sexenio empiezan a moverse los que se creen lo suficientemente merecedores para llegar a la sucesión presidencial.
Y aunque no se habla ya de tapados, sí se habla de corcholatas y, obviamente que una corcholata es para destaparse, por lo que de tantas que se habla solamente una de estas corcholatas será la que se tenga que destapar irremediablemente, quedándose las otras pegadas a la botella con la posibilidad de que tal vez para la otra si se les destape ya sea para la grande u otro cargo público; pero de cierta relevancia, tal y como se dice que de las que queden sin destapar tendrán su premio de consolación con una senaduría o diputación y, desde luego, la dirección de sus bancadas. Aunque también podría estar entre estos premios de consolación la jefatura de gobierno de la Ciudad de México (CDMX) que no es poca cosa tampoco.
Y si bien para la mayoría de los cargos arriba mencionados se ocupa del voto ciudadano, para eso están las plurinominales que son los puestos en donde se suele colocara quienes por lo regular serían incapaces de llegar a ocupar una senaduría o una diputación con el voto popular directo. Y si para la Presidencia de la República y la jefatura de gobierno de la CDMX se ocupa el voto ciudadano y si corren bien las cosas en cuanto a que sea respetado en lo absoluto el voto popular, muchos de los aspirantes no las tendrían todas consigo.
Y si hoy los tapados pasaron a ser corcholatas, debido a una explicación dada por el mismo presidente Andrés Manuel López Obrador diciendo que ese término se había usado cuando era presidente de México don Adolfo Ruiz Cortines cuando un embajador extranjero le había dicho que él era el destapador; aunque hay quien dice que fue en el sexenio de José López Portillo y el término lo había dicho el revolucionario cubano Raúl Castro Ruz; pero como sea, el caso es que alguna de estas corcholatas será la que se tenga que destapar tarde o temprano.
Ahora que se comienzan a mover las aguas ya abiertamente para la sucesión presidencial de nueva cuenta hay una pasarela debido a que no se habla de uno o dos tapados, sino que se han dado a conocer por lo menos más de cuatro aspirantes a la grande, lo que ya se hizo cotidiano, según los enterados, desde que Miguel de la Madrid Hurtado lanzó una pasarela parecida a la que se había dado al término del sexenio de Luis Echeverría Álvarez, tal y como también Carlos Salinas de Gortari ilusionó a Manuel Camacho Solís y otros más; pero como estaba acostumbrado en el otrora partido aplanadora, el PRI, el designado ya tenía el dedo encima y no había de otra, habría que apechugar a como diera lugar, pues el dedo mayor así lo había decidido y punto.
Sin embargo, de acuerdo a varios analistas esto de las pasarelas ha servido más bien para ver las cargadas para que el que salga designado a fin de cuentas se dé cuenta con quién contará lealmente y con quién no, porque es obvio que cada aspirante tiene a sus propios seguidores y, si abiertamente se cargan hacia un posible candidato que no sea el ungido, sus seguidores quedarán colgados de la brocha y así, el que quede de candidato estará consciente de los que apoyaban a otros y no a él o ella, ya en este caso de la paridad de géneros.
Lo que recomiendan los expertos en comicios electorales es que lo mejor es actuar con prudencia y no declararse abiertamente por un posible candidato y, aunque no suene mucho a lealtad esto, quien aspire a seguir mamando de la ubre política, deberá calmar sus ansias y esperar los tiempos ya de definición; aunque, claro está, se entiende que hay personas leales hacia determinados personajes de la política y que les ven posibilidades y así no sea a quien siguen el que sea ungido ya sea por encuestas o por dedo, aun así siguen fieles a quien apoyan y siguen hasta la ignominia. Porque queda claro que cuando salga el candidato oficial a la Presidencia de la República, habrá desilusiones, frustraciones y lamentaciones; pero no en esos seguidores fieles y leales, sino en los que esperaban un hueso y no supieron leer entre líneas y a tiempo quién sería el designado o designada.
Algo que llama la atención y que deberían de tener en cuenta a los seguidores de alguien en particular es lo dicho por AMLO: que quien lo sustituya no hablará mocho.
Sea pues. Vale.
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