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LA SERPENTINA POR GUILLERMO AGUIRRE 

Compromiso sacerdotal 

Pobreza, castidad y obediencia, es la renovación de votos que hicieron más de 150 sacerdotes de la diócesis de Tepic, con motivo del pasado martes santo 

Por supuesto que aunque no comparto algunas ideas respecto a determinadas doctrinas de la iglesia católica, tengo muchos amigos sacerdotes, algunos los he conocido por mi oficio de periodista, ya que en esta actividad, eventualmente existen conferencias de prensa en donde la autoridad católica, regularmente el obispo de la diócesis de Tepic, o el vocero de la misma, invitan a la prensa para dar a conocer algunas actividades, de hecho recuerdo con mucho aprecio a quien fuera obispo  de la diócesis, hoy finado, HUMBERTO ALFONSO ROBLES COTA, un extraordinario hombre, y además de gran charla. 

Bueno, pero toda la anterior introducción es para comentarles que este pasado martes santo, se reunieron en la catedral de Tepic, más de 150 sacerdotes venidos de toda la diócesis de Tepic, que como ustedes saben, abarca hasta Talpa de Allende, y Puerto Vallarta, en el estado de Jalisco. 

Durante la misa, los más de 150 sacerdotes renovaron su compromiso sacerdotal, renovaron su voto de pobreza, la promesa de promesa, promesa de castidad y promesa de obediencia al Obispo. 

Y bueno, les comento lo anterior, porque en pleno siglo XXI, vale la pena reconocer a personas que luchan por ser las portadoras de un mensaje de retorno a los valores humanos, a los valores espirituales, el servicio irrestricto a predicar la palabra sin anhelos mundanos, sin deseos carnales en pocas palabras. 

Desde luego que ustedes dirán que no todos los sacerdotes, ni sin pobres, ni castos, ni leales a su ministerio, y menos obedientes a su obispo, pero amigos y amigas, en las escuelas de todos los niveles, siempre hay alumnos que aunque asistan a clases, lo que menos les importa es la escuela, y eso no significa que toda la escuela esté perdida, el trigo y la cizaña siempre crecerán juntos, eso es bíblico. 

El voto de pobreza, lo hacen los sacerdotes porque los libera de sus  deseos de comodidad y satisfacción, los ejercita en sentir ausencia de las necesidades materiales y despega su  ser de apegos interiores como son su propio yo y deseo de amor de los demás deseos  

La llamada promesa de promesa, que  es el  voto de castidad se refiere a la renuncia de toda posibilidad de mantener cualquier clase de relaciones sexuales. Por lo que establece la importancia del voto que le realizaran a Dios de conservarse soltero, y puros como sacrificio por fe y honor a él.  

La castidad es uno de los tres principales votos y obligatorios que se promete al disponerse desempeñar el rol de monja en la religión católica o en caso de los hombres el sacerdocio, además de rígida normativa de conducta, que imponen la castidad obligatoria y perpetua. 

La castidad se enlaza con el control de los sentidos y a su alineación por circunstancias más dominantes.  

De esta manera se restringe la sexualidad y el derecho a la concepción y a mantener relaciones sexuales que se lleven a cabo fuera del matrimonio.  

La lujuria y la masturbación son estimadas como ejercicios que rompen con esa integridad. 

El voto de castidad corresponde a la lección del evangelio y puede asumir varias formas: el voto puede ser temporal, perpetua o restringirá a la castidad conyugal. En los devotos que están consagrados a dios, el acatamiento del voto de castidad es un sacrificio. 

El voto de castidad es forzoso para los integrantes de órdenes religiosas tanto en las mujeres como en los hombres. Sin embargo, este voto autoritario no es solicitado en otras revelaciones cristianas como las de protestantes, situación que se ha agravado con casos de pederastia, dicen los analistas de la religión católica, por el  compromiso de seguir manteniendo una tradición, que si bien, tuvo su origen en un mandato humano, san Pablo mismo, sugería que permanecieran célibes los ministros que tuvieran este don o virtud, la virtud del celibato natural, es decir el no desear ni tener ganas de casarse motu proprio, pero que el que no tuviera esta virtud natural del celibato, que se casara, porque “mejor le era casarse que estar soltero”, palabras de San Pablo, en sus cartas pastorales. 

Finalmente el voto de la obediencia, y en este caso, uno se podría imaginar un sacerdocio o un sacerdote de muchas maneras, maneras lícitas de vivir y ordenar jurídicamente el ministerio sacerdotal; pero lo que no cabe es imaginar un sacerdocio o un sacerdote sin obediencia. 

En el interior de la Iglesia hay fuerzas que sin duda son en sí mismas positivas pero que abandonadas a sí mismas, sin ningún factor que las encauce o modere, acabarían por transformarse en causa de destrucción

De ahí que la obediencia no sea una posibilidad, o algo accesorio u opcional sino una gran necesidad no sólo por cuestiones organizativas o de coordinación (motivos muy normales en cualquier organización humana) sino porque debe haber comunión, fidelidad y un caminar en el mismo sentido mirando a Dios y construyendo su reino

Sin obediencia, la Iglesia saltaría por los aires en mil pedazos por fuerzas que chocarían entre sí (sin que fueran malas) desde su interior. 

En resumen, ojalá que este valiente grupo de sacerdotes, logren llevar la fe en Dios a buen puerto, fe tan necesaria en estos tiempos en que efectivamente, la iglesia está saltando en mil pedazos…felices días santos…hasta el lunes

 

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