CON PRECAUCIÓN
El trampolín y la alberca
Por Sergio Mejía Cano
Imposible evadir el tema de la detención del joven Ovidio, que se dice es hijo del señor Joaquín Guzmán Loera, más conocido como El Chapo, ya que, en pláticas con familiares, amigos y conocidos, de inmediato salta el tema y, desde luego la pregunta de qué se opina al respecto, cuya respuesta es por lo regular que esta detención no evitará que siga el narcotráfico.
Y esto obviamente que es una triste realidad, pues está visto y comprobado que caen supuestas cabezas grandes del narcotráfico y todo sigue igual, pues de inmediato aparecen nuevos capos de la droga, dando la razón a los analistas que aducen que pareciera como la Hidra, a la que cuando le cortan una cabeza aparecen muchas más. Y, precisamente esto es lo que ha estado pasando en nuestro país, pues caen supuestos dirigentes de los grupos del llamado crimen organizado (que es lo único bien organizado, según dijo alguna vez Vicente Fox Quesada). Esto lo hemos visto al paso del tiempo en donde no deja de llamar la atención que pareciera práctica común el que cada fin de sexenio cae uno o varios capos y de inmediato aparecen otros.
Así han caído muchos de estos supuestos jefes de la droga en nuestro país; supuestos, porque si bien se dice que son cabezas, tal vez en realidad haya alguien más arriba que los ponga y ya una vez que se desgastan los hacen a un lado para poner a otros que estén dando la cara como los aparentes jefes de determinados grupos. Alguna vez cayeron don Ernesto Carrillo, Rafael Caro Quintero, García Ábrego, los hermanos Arellano Félix, Miguel Ángel Félix Gallardo, Amado Carrillo, Édgar Valdez Villarreal conocido como “la barbie”, Héctor Luis el güero Palma y una interminable lista de aparentes capos ¿y qué ha pasado? Pues como dice la canción: todo sigue igual como cuando estabas tú, pues caen y caen y vuelven a caer y el tráfico de drogas sigue su marcha; pero lo peor es que el consumo de drogas también ha aumentado considerablemente en forma por demás alarmante.
Así que valdría también preguntarse si en realidad ha valido la pena que haya muerto tanta gente para nada, muertes y asesinatos de personas tanto del bando de las fuerzas del orden como de los grupos criminales y hasta gente inocente que en sí nada tuvieron que ver y a los que se les dice caídos por daños colaterales y hasta por fuego amigo. Asimismo la enorme cantidad de desaparecidos e infinidad de fosas clandestinas en donde aparecen cuerpos humanos de los que muchos de ellos permanecen sin ser identificados, tantas fosas clandestinas de las que se ha documentado que no nada más tenían uno o dos cuerpos, sino que se han encontrado diez o más cadáveres convirtiendo así literalmente a gran parte de nuestro país en un gran cementerio, fosas que por desgracia mientras siga habiendo grupos de buscadoras y buscadores de madres y padres de sus hijos desaparecidos, seguirán apareciendo a lo largo y ancho de nuestra depauperada Nación; y en la misma forma, cadáveres sin identificar que en algunas ciudades han rebasado la capacidad de las instalaciones de los centros de medicina forense.
Se dice que cierta vez el entonces presidente gringo Lyndon B. Johnson había dicho que México era el trampolín para el traslado de la droga hacia los Estados Unidos y, se dice también que el entonces presidente mexicano Gustavo Díaz Ordaz, le había respondido que en donde hay un trampolín es porque hay una alberca y la alberca era precisamente el país del norte, vecino de México. Nada más fuera de la realidad, pues está documentado que en los Estados Unidos abundan los drogadictos que demandan los estupefacientes haciendo con esto un gran mercado muy llamativo por la enorme cantidad de dinero que se maneja en este rubro. Así que mientras los gobiernos gringos no hagan algo con su alberca, el contrabando de la droga no terminará; lo malo de todo esto es que por desgracia nuestro país es el que con más muertos y asesinatos contribuye.
Así que gran parte de nuestra desgracia se gesta en el vecino país del norte, en los Estados Unidos, país que por lo que se ve y se siente, jamás hará algo para prevenir la drogadicción de sus habitantes, pues le conviene más tener idiotizados a gran parte de sus ciudadanos de ambos sexos; claro que no nada más a los Estados Unidos les interesa esto de tener sumisos a gran parte de sus habitantes mediante las drogas, sino a muchos otros países del orbe, ya que como se dice: un país con ciudadanos distraídos de una u otra forma es más fácil de gobernar y someter.
Sea pues. Vale.
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