LA SERPENTINA
POR GUILLERMO AGUIRRE
Euforia por derrochar
El problema de la autoestima que traemos algunos de nosotros, aunado a la llegada de dinero producto de prestaciones propias de fin de año, da a luz, una multitud de despilfarradores
Pues parece que en la semana pasada y parte de esta que estamos viviendo, se derramaron barriles de dinero sobre los trabajadores de Nayarit, concretamente en Tepic, hay una euforia porque desde los maestros, empleados de tiendas privadas, y ayer los empleados del sector salud, la burocracia en general pues, que son muchos miles, recibieron no sólo su aguinaldo, sino también el pago de las prestaciones que en el caso de los burócratas tienen derecho, digamos como el bono navideño, un fondo que se les entrega cada fin de año, y otras prerrogativas más, en el caso de los empleados de empresas privadas, la mayoría recibió ya su aguinaldo, así que estamos listos para ver a las personas gastar en lo que se pueda, pero gastar, algunas comprando esos regalos que van a parar al cajón de las cosas que nunca se van a usar, otras endeudándose para complacer a hijos, hermanos, padres, madres, sobrinos, entenados, y amigos o amigas.
Este fenómeno del despilfarro, de gastar porque se tiene que gastar y claro porque se tiene dinero, no es algo nuevo, digamos que en el caso de muchos es un escape para olvidar viejos traumas y terminamos haciendo Compras innecesarias que nos hacen sentir bien
Muchas personas recurren a realizar compras como una manera de distraerse y evadirse de sus problemas. E incluso para aumentar su autoestima y autopercepción, comprando algo que les haga sentir y percibirse mejor, como por ejemplo, ropa.
Todos alguna vez nos hemos sentido mal o con la autoestima baja, lo crean o no, esto puede afectar directamente a gastar más de lo que podemos en productos o servicios que nos hagan sentir mejor y este tipo de acciones se presentan cuando de pronto recibimos una cantidad inesperada de dinero, no que sea una gran cantidad, simplemente que es más de lo que cotidianamente recibimos, y por supuesto que esto ocurre en los fines de año, especialmente en la navidad.
Esto de recibir más dinero del acostumbrado de sopetón lleva a efectuar desembolsos grandes y en algunos casos puede volverse algo compulsivo. Ya que estamos comprando con las emociones y no con la cabeza, no estamos siendo 100% conscientes de qué impacto tienen estas compras en nuestra cartera y si no hacemos el ejercicio de volverlo consciente probablemente lo repetiremos.
Ahora bien, como ustedes saben bien, las épocas navideñas son épocas de emociones, los mensajes nos dicen que son épocas de reconciliación, de regalar, de convivir, y entonces nuestras emociones, no nuestras razones, nos dicen que sería bueno llevarle un presenta a tal o cual persona o pariente, amigo o compañero de trabajo, incluso aquellos que están haciendo méritos por un ascenso en el trabajo, consideran el regalo del jefe, en algo se conmoverá su superior.
No importa lo cuidadoso que seas con tu dinero, en ocasiones es imposible resistirse a una compra impulsiva de supergangas o productos no indispensables que no necesitas ya mismo y que son fuente de satisfacción instantánea y a la vez causa de miles de discusiones en casa, esto porque en tu casa, tu esposa o esposo, sabe que ese artículo que tu agarraste de “oferta”, nunca lo han necesitado y quizá nunca lo necesiten.
En fin, lo importante es poner atención a por qué compramos lo que compramos y si se trata de algo pensado y premeditado o de un impulso.
Otros lo consideran un síndrome, es decir un trastorno al que le han llamado desorden financiero.
El síndrome del desorden financiero es una conducta exagerada mediante la cual una persona gasta su dinero compulsivamente sin pensar en el futuro y sin tener en cuenta las consecuencias negativas que su actitud puede generar en su propia vida y en la de los demás. Es una enfermedad que pueden padecer tanto hombres como mujeres. Pero éstas últimas son más propensas y vulnerables a sucumbir a las tentaciones de la buena vida y las compras en exceso.
El gastar en exceso es una actitud delicada, no solo porque complica los recursos de una persona, sino porque aumenta la dependencia al dinero. Es factible que se convierta en una costumbre con efectos indeseables para la calidad de vida y las finanzas a futuro. El síndrome de desorden financiero pertenece a un conjunto de conductas denominadas autodestructivas, y es una forma de actuar inconsciente a través de la cual la persona gasta su dinero hasta quedarse sin recursos.
Para colmo de males amigo y amigas, y personas transgénero que nos lean, los mexicanos en general, no traemos en los genes la cultura del ahorro, y pues a gastar en cuanto sentimos que nuestro bolsillo tiene algo que no esperábamos, bueno a decir verdad, aunque lo esperaramos, como es el caso del sueldo, que aunque sabemos que será cada quincena, en el caso de algunos cada semana y en el caso de los jubilados cada mes, aun así, gastamos más de lo que ganamos.
Así que si a la poca cultura del ahorro, le agrega usted nuestra baja autoestima que queremos cubrir gastando y regalando, tendrá el coctel perfecto para seguir en la medianía…hasta mañana
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