CON PRECAUCIÓN
La esencia tergiversada de las leyes de algunos abogados
Por Sergio Mejía Cano
Tal vez las suspensiones mediante amparos que otorgaron varios jueces, primeramente. para que no se discutiera y aprobada en su caso la reforma del Poder Judicial en la Cámara de Diputados y luego, para que, si el Senado de la República también la aprobara, el dictamen no se publicara en el Diario Oficial de la Federación (DOF), hayan sido nada más para hacer la mosca chillar o como patadas de ahogados como última instancia de los potentados que encabezan el Poder Judicial.
Sin embargo, si esas suspensiones las hicieron convencidos de que estaban bien en su actuar de tratar de impedir que el Poder Legislativo hiciera su trabajo tal y como lo mandaba nuestra Constitución Política de los Estados Mexicanos, sería una muestra palpable y fehaciente de lo mal que se impartieron las clases de leyes en las facultades de Derecho tanto en universidades públicas como privadas durante la etapa del neoliberalismo; clases de leyes acordes a este sistema que imperó desde 1983 hasta diciembre del año 2018.
De ahí que no sea raro encontrar a la mayoría de quienes han egresado de las facultades de Derecho, ahora despotriquen en contra de las acciones emprendidas por el presidente, Andrés Manuel López Obrador (AMLO); pero no nada más hay censura entre algunos de los nuevos abogados, sino infortunadamente también se han visto abogados ya con varios años de haber egresado como abogados o licenciados en leyes que estudiaron antes de que comenzara esta negra etapa del neoliberalismo para nuestro país. Pero quizás esto se deba a que podrían ser abogados de familias de abolengo como abogados y que, por lo mismo, se posicionaron muy bien económicamente al trabajar ya sea para la oligarquía mexicana, así como de la burguesía o que se hayan acomodado muy bien en la política, en cualquiera de los tres Poderes y niveles de gobierno.
Sin embargo e infortunadamente, no nada más muchos abogados miran con recelo todo lo que ha emprendido AMLO, sino también comunicadores, lectores de noticias de ambos sexos, supuestos intelectuales y, desde luego, la mayoría de los integrantes de los hoy partidos de oposición, así como los detractores y adversarios de siempre que a la mejor no es que estén en contra del mismo presidente de la República, sino de la mayoría del pueblo de a pie que no deja de aceptar y posicionar a nuestro presidente como uno de los mejores presidentes de los últimos tiempos desde el siglo XIX a la fecha.
No es romanticismo ni mucho menos, pero hoy en día es raro encontrar neo abogados y algunos ya con años de estar ejerciendo que hayan analizado y comprendido el fondo del porqué AMLO ha hecho lo que ha hecho; pero más, tratando de devolverle a nuestra Carta Magna su esencia social legítima, la que claramente establece en su artículo 39 constitucional de que el poder de nuestra Nación dimana del pueblo y que se establece para beneficio de este y que tiene todo el derecho inalienable para poder cambiar la forma de su gobierno como mejor beneficie a nuestro país.
Posiblemente el pensamiento y comportamiento en contra de AMLO por parte de algunos abogados nuevos y viejos se deba, sobre todo en los nuevos a que se tergiversaron los estudios de las leyes para justificar los saqueos a la Nación entregando bienes nacionales y áreas antes consideradas como estratégicas, tanto a la iniciativo privada nacional como extranjera, sobre todo extranjera tal y como sucedió con la energía de todo tipo, un estudio perverso de las leyes que, después apoyado por el Poder Judicial, se consideró como normal que empresas extranjeras dominaran la energía eléctrica y del petróleo (Pemex) y sus derivados, así como por lo mismo, bajar el nivel de producción de electricidad de las presas hidroeléctricas para proteger la inversión extranjera en el sistema eólico y solar, con la posible mira de acabar de una vez por todas con la Comisión Federal de Electricidad.
En cuanto al petróleo, se dejaron caer las refinerías y otras empresas nacionales encargadas de la petroquímica, para dar paso a la inversión nacional y extranjera para que, en determinado caso, nuestra ya de por sí depauperada Nación, estuviera sujeta a los dictados de las compañías privadas, obviamente en detrimento de la población de a pie entera.
A AMLO se le ha llenado de varios epítetos, incluso algunos de los más ofensivos por tratar de rescatar a las empresas nacionales, precisamente para beneficio del pueblo y, hasta lo han llamado traidor, pero ¿traidor a quién o quiénes? ¿A México?
Sea pues. Vale.
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