CON PRECAUCIÓN
Un clavo más al ataúd del PRI y su enterrador
Por Sergio Mejía Cano
Quién lo iba a decir: que el otrora partido político todo poderoso y por lo mismo, denominado como partido aplanadora, el de las mayorías, el Partido Revolucionario Institucional (PRI), estuviera ya a punto de desaparecer, si bien tal vez no definitivamente, lo más probable es que pase a ser uno más de los partidos conocidos como morralla o rémoras, de esos que se tienen que pegar a otros partidos más dominantes para poder subsistir.
De hecho, el PRI como tal se comenzó a desvirtuar desde el año 1940, cuando se le empezó a dar la espalda a los postulados revolucionarios que dieron pie para que se conformara primero como Partido Nacional Revolucionario (PNR), después como Partido de la Revolución Mexicana (PRM) y luego devenir como PRI, tal y como ha llegado hasta nuestros días.
Tan poderoso fue en su momento que hasta se apropió de los colores de nuestro lábaro patrio para que los llevara su logotipo; y si bien ya en los años 80 hubo protestas para que eliminaran esos colores de su escudo emblemático, a sus dirigentes de aquel entonces y a los de hoy, al parecer esas protestas populares y de otras organizaciones políticas les entraron por un oído y les salieron por el otro.
Hoy en día el PRI presenta ya fehacientemente los estertores de su agonía que algún día tenía que llegar, en el entendido de que nada es para siempre y de que no hay mal que dure 100 años; aunque entre este mal se tiene que reconocer que tuvo cosas buenas y de bien, pero porque no les quedaba de otra a sus dirigentes y la mayoría de sus militantes, pues se tenían que acoplar a los tiempos del progreso y la modernidad, no sin ver la posibilidad de sacar buen provecho en las obras emprendidas para no quedarse atrás y ser foco de atención para otros países.
Según algunos analistas el postulado principal de la asociación política emanado de la Revolución Mexicana fue la frase que se dice enarboló primeramente don Porfirio Díaz Mori y que posteriormente la retomó don Francisco I. Madero para restregarle en su cara a don Porfirio su misma frase: sufragio efectivo, no reelección; por lo que ahora es lo que le están criticando al actual dirigente nacional del PRI, Alejandro Moreno Cárdenas, conocido en el bajo mundo de la política como Alito, por haber reformado y deformado los estatutos del partido para poder reelegirse por cuatro años y, se dice, que con la posibilidad de otros cuatro años más y tal vez, así sucesivamente por sécula seculorum.
Y quién se iba a imaginar también que el otrora todo poderoso en el PRI, el sonorense Manlio Fabio Beltrones Rivera, quien fuera prácticamente amo y señor del PRI, ahora esté siendo degradado y posiblemente hasta expulsado de su partido político por disentir con Alito que se quiere eternizar en el tricolor; aunque a la mejor su gusto y capricho no le dure tanto tiempo o el que él se imagina que seguirá perdurando el PRI, pues debido a los acontecimientos de los últimos días, no se le augura que este partido político dure o perdure después de las elecciones federales de 2027 y, que para el 2030 ya no exista más que el puro membrete.
Se entiende que muchos de los militantes del PRI se afiliaron por gusto, otros porque los afiliaron a la de quieras o no quieras de acuerdo al famoso corporativismo fundado por el Tata, don Lázaro Cárdenas del Río; sin embargo, es probable que muchos de los que se afiliaron por su gusto no lo hicieron por convicciones revolucionarias y mucho menos por el bienestar social de acuerdo a los postulados revolucionarios, sino que se integraron al PRI por ser el partido hegemónico, el dominante y al que se le auguraba vida eterna, por lo que vieron la posibilidad de lograr un progreso particular en el entendido aquel de: no pido que me den, sino que me pongan donde hay.
Esto no es romanticismo puro ni mucho menos, porque he ahí un claro ejemplo de quienes a expensas del PRI pasaron a ser millonarios y hasta grandes empresarios; personajes políticos que alguna vez se consideraron como muy respetables y que algunos siguen con ese estatus, que llegaron al PRI con una mano adelante y otra atrás, después de determinado tiempo pasaron a ser don señor. Y existe la posibilidad de que entre estos mismos personajes al ver que el PRI ya tiene tiempo haciendo agua y que se hundirá más temprano que tarde, han estado saltando a la nueva opción que significa el partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) o con la idea de conformar un nuevo partido político, el mejor negocio en México.
Sea pues. Vale.
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