CON PRECAUCIÓN
¡No nos falles!
Por Sergio Mejía Cano
A prácticamente un mes de haber asumido la presidencia de Argentina el economista, Javier Milei, según algunos analistas políticos, ese país está al borde del colapso debido a las disposiciones asumidas por Milei; medidas que, supuestamente para mejorar la economía del país, están dando el efecto contrario con el consabido daño que va a dar, como casi siempre sucede, a los estratos sociales más bajos, económicamente hablando; pero ahora al parecer también podrían afectar en gran manera a las clases sociales medias y medias altas, sobre todo a la burocracia de a pie.
Según se ha documentado, Milei tiene en mente privatizar todo lo privatizable, inclusive empresas del Estado que, según se informa, producen más ganancias que pérdidas para Argentina, por lo que en caso de que se llevara a cabo la privatización de las empresas del Estado Argentino, se adelgazarán de tal manera las arcas nacionales, por lo que no habría recursos económicos para hacer frente a los embates de la Naturaleza ni afrontar las crisis económicas que se pudieran dar precisamente a esas medidas que está adoptando el flamante presidente argentino.
Se dice que hubo un tiempo en que los grandes economistas estaban preocupados por el empoderamiento que se estaba llevando a cabo de gobiernos de izquierda en algunos países del continente americano; sin embargo, ahora con el triunfo de Milei en Argentina, esa preocupación se desvaneció un poco y más, esperando que lleguen tiempos mejores en otros países en donde la derecha supere a la izquierda.
El problema es que, con las medidas adoptadas por Javier Milei que han levantado las protestas de varios sectores de la sociedad que se sienten afectados por dichas medidas, han encendido las luces de alerta en ciudadanos de otros países en donde posiblemente hayan puesto sus barbas a remojar y no dejarse llevar por el canto de las sirenas cuya bandera sigue siendo “el cambio”, aprovechando el hartazgo de pueblos subyugados que ya están cansados de promesas, de palabras que les gusta oír, pero que cada día comprueban que son eso y nada más: palabras huecas y promesas como siempre y que no se cumplen.
Tienen razón algunos analistas que señalan que qué bueno que haya ganado Javier Milei en Argentina, pues esto servirá de parámetro o ejemplo para otros países de Latinoamérica y posiblemente hasta del mundo, para que piensen y razonen detenidamente su voto -siempre y cuando sea respetado, desde luego- y no engañarse a bote pronto por candidatos que prometan un cambio, cambios imposibles, sobre todo en Latinoamérica si no lo permiten los Estados Unidos si dichos cambios afectan sus intereses.
Un claro ejemplo lo tenemos en nuestro país con el istmo de Tehuantepec, en donde el transporte ferroviario estaba contemplado desde tiempos de don Porfirio Díaz; sin embargo, como el unir el océano Pacífico con el Golfo de México por vía terrestre afectaba en gran manera al Canal de Panamá, las vías férreas del istmo se dejaron caer, se abandonaron literalmente para no afectar los intereses del Canal que manejaban precisamente los gringos. Pero ahora que el Canal de Panamá resiente estragos al bajar los niveles de agua, así como el volumen de las nuevas embarcaciones que son más grandes y pesadas, así como la aglomeración de buques cargueros haciendo largas filas para poder pasar de un océano a otro, por eso no pusieron ninguna traba para la rehabilitación de las vías férreas en el Istmo de Tehuantepec por ser lo más viable y adecuado para unir ambos océanos en cuanto a carga se refiere.
Tal vez al pueblo argentino le sucedió algo parecido a lo que le ocurrió a gran parte del pueblo mexicano cuando apareció Vicente Fox Quesada en la escena política prometiendo sacar al PRI de Los Pinos, aplastando víboras prietas, tepocatas y toda clase de alimañas de los gobiernos emanados del PRI. Mucha gente le creyó a Fox Quesada, se fue con la finta de lo que decía el pasmarote guanajuatense; tanto así, que le dio el triunfo pidiéndole ese día del triunfo electoral “no nos falles”, un grito que sacó de onda a Vicente Fox al poner una cara de sorpresa, como si no esperara esa petición.
Y cómo no iba a poner esa cara de sorpresa al oír ese grito de ¡no nos falles!, si en realidad Fox Quesada no tenía ni la más mínima idea de a dónde había llegado, lo que significaba en sí lo que era la Presidencia de la República y menos lo que era ocupar la silla presidencial. Antes no respondió en esa misma noche del triunfo: ¡y yo por qué!
Sea pues. Vale.
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