CON PRECAUCIÓN
La emancipación de la mujer se está dando poco a poco
Por Sergio Mejía Cano
Se dice que el filósofo griego Sócrates no dejó nada escrito; sin embargo, fueron sus discípulos quienes de hacer llegar hasta nuestros días su gran pensamiento, por lo que afortunadamente no se perdió su sabiduría. Lo mismo se dice del filósofo indio Bhagwan Shree Rajneesh, más conocido en el mundo occidental como OSHO, quien tampoco escribió su pensamiento, pero que afortunadamente hubo muchos de sus seguidores que grabó la emisión de su filosofía tanto propia como influenciada por otros grandes antiguos pensadores.
Pues bien, según OSHO la palabra “marido” proviene del inglés antiguo que significaba “granjero”, por lo que cuando una mujer dice muy ufana “mi marido”, se está refiriendo sin saber a su granjero, tal y como si fuera algún elemento de una granja.
Desde luego que la Real Academia tiene otra acepción respecto a la palabra marido, palabra que es sinónimo de esposo, cónyuge, consorte, desposado y pareja. Así que por lo mismo, hoy en día es muy común que se diga marido; claro que sin saber a ciencia cierta si lo dicho por OSHO sea verídico o nada más un pensamiento filosófico.
Cada vez que se mueve el tema del feminismo, saltan a la palestra enorme cantidad de mujeres que se pronuncian en contra del machismo, diciéndose feministas de hueso colorado; sin embargo, algunas de estas feministas al decir su nombre por lo regular se dicen ser “la señora de”, como por ejemplo: una señora que se identifica como la señora de González, al mostrar su identificación o acta de nacimiento dice ser María del Carmen Díaz Pérez; pero la señora aclara que su esposo es Teodoro González López, por lo que ahora es la señora de González.
Desde luego que esa palabra “de”, significa claramente pertenencia, que pertenece al señor González. Pero esto se debe a una costumbre ancestral familiar y comunal que en sí no afecta en nada ni a nadie, pero ya en términos feministas obviamente que se contrapone con ese pensamiento anti machista, pues si bien ahora la mujer es más independiente, libre y soberana, al decirse o sentirse de alguien, tal vez por depender económicamente de algún varón, inconsciente o subconscientemente se siente pertenecer al alguien más y hasta sin ser parientes.
Se ha documentado que el que la mujer se sienta supeditada al hombre se debe al entorno familiar debido a que una mujer desde niña ve la sumisión de su mamá hacia su esposo y como su mamá le llega a ordenar que le planche la ropa a sus hermanos, que le lleve las chanclas a su papá cuando llega, que le prepare algo ya sea a sus hermanos o a su papá; que les traiga esto o aquello, que vaya a la tienda por algo que necesitan los hombres de la casa, etcétera. Por lo que la mayoría de las niñas crecen con ese pensamiento o idea de que se tiene que atender al hombre de la casa a como dé lugar y sin distinción.
No por nada se ha visto en películas, novelas y cuentos a mujeres que defienden a su macho cuando las están golpeando, como en escenas en donde el hombre está cacheteando a la mujer y cuando alguien se entremete, la mujer se voltea reclamándole al metiche que es su viejo y que puede hacer con ella lo que quiera, que por eso es su hombre.
Y no es romanticismo, pero en una vecindad en una colonia en Guadalajara, Jalisco, había una señora a la que le decían los vecinos Meche, mujer a la que cotidianamente la golpeaba su esposo o pareja sentimental, y cuando las otras vecinas le preguntaban por qué aguantaba tanto las golpizas que le propinaba su viejo, doña Meche respondía que a ella le gustaba que la arrastrara José; como la señora era de una ranchería cercana a la Perla Tapatía, sus palabras textuales eran: “a mí me gusta rastre José”; ah, pero eso sí, doña Meche se desquitaba con sus hijos a los que castigaba y golpeaba frecuentemente y por cualquier cosa, a lo que vecinas y vecinos le decían: “Meche, la felicidad es la familia”, a lo que doña Meche respondía: “qué felicidad ni qué felicidad, nomás porque no los aceptan en el Montepío, si no, ya los hubiera llevado a empeñar y ahí los dejaba que se perdieran sin pagar refrendo”.
Afortunadamente ya hoy en día se ha visto más liberación de la mujer en algunos sectores de la sociedad; aunque no así en estratos sociales más bajos económicamente hablando. Pero lo bueno es que gracias a las redes sociales y comunicación en general, hoy en día muchas mujeres están agarrando la onda de que no tienen por qué depender para nada del varón más que para convivir sanamente sin necesidad de ser sobajadas.
Sea pues. Vale.
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