Los tradicionales festejos familiares por tradición
Por Sergio Mejía Cano
Pues, terminó el llamado maratón “Guadalupe-Reyes” con sus consabidas penas, sinsabores y, desde luego, alegrías. Los hechos de sangre no pararon, pues en algunas ciudades se llegó a hablar de saldos rojos debido tanto a crímenes como accidentes automovilísticos.
En cuanto a las penas, la mayoría se pudieron haber dado debido a las sillas vacías que dejaron de ocupar los ausentes. Y precisamente a las sillas vacías es por lo que se dice que por tradición las noches del 24 y 31 de diciembre son más reuniones familiares y así limar asperezas entre familiares y, posteriormente con amigos y conocidos, por considerar la mayoría de la gente como fechas de reconciliación.
Claro que hay gente que dice que una reunión familiar se puede dar en cualquiera otra fecha y no necesariamente en la noche buena y noche vieja. Claro que sí; sin embargo, por tradición ya muy añeja se entiende que los festejos decembrinos se prestan más para unirse con la esperanza de que al año siguiente nadie falte.
El problema es que la vida dispone otras cosas cuando por equis motivos al año siguiente llegan a faltar una o más personas a esas reuniones familiares; pero, así como unos faltan, otros nuevos seres se integran a las familias, cuando llegan bebés a disfrutar de su primera navidad o recibir su primer año nuevo.
Es obvio que la mayoría de la gente quisiera pasar estas fechas decembrinas con su familia; sin embargo, hay muchas personas que, por necesidades laborales, viajes, enfermedad o accidentes no les es posible llegar a reunirse. Entre las cuestiones laborales están los trabajadores y empleados que por la naturaleza de sus funciones tienen que atender al público usuario, como quienes tienen que atender las ventanillas de atención al público usuario que por equis motivos tuvieron que emprender algún viaje en estas fechas, los conductores del transporte público a quienes junto con sus pasajeros les llega la media noche viajando.
Desde luego también están médicos y enfermeras de ambos sexos que reciben la navidad o el año nuevo atendiendo pacientes, los que tampoco les fue posible estar con sus familiares debido a alguna enfermedad o algún accidente inesperado; también están trabajadores del servicio público de transporte como taxistas que sacrifican estas noches en comento para aprovechar dar servicio a gente que no tiene vehículo o se le descompuso o no quiere manejar por la posibilidad de que se le pasen las copas o para no ver inmiscuido en un accidente automovilístico con otras personas que a pesar de tener en mente brindar aun así deciden manejar con el riesgo que obviamente esto conlleva de manejar alcoholizados.
Si para una parte de la sociedad las fiestas decembrinas significan alegría, para otras no tanto, sobre todo para quienes por diversos motivos y circunstancias están o viven solos y, desde luego, para quienes estas fechas no significan nada, aparentemente, porque quizás años atrás sí significaron algo. También están los que por sus propias creencias religiosas no festejan estas fechas en diciembre; aunque existe la posibilidad de que sus ancestros sí las hayan festejado, pero que al cambiar de religión decidieron ya no festejar más por ser unas fechas contrarias a sus nuevas creencias; pero que posiblemente en el fondo añoran aquellos festejos que por tradición se llegaron a hacer entre sus antiguos familiares.
En algunas colonias y barrios hay vecinos que al saber que hay otros que viven solos los invitan a sus festejos como un familiar más; algunas personas aceptan gustosos y otras no tanto; también las hay quienes nada más dan las gracias y se acuestan temprano añorando quizás, viejos tiempos que no volverán.
En cuanto a lo de las sillas vacías podría ser lo más significativo para mucha gente cuando un año antes estuvieron seres queridos que al año siguiente ya no estuvieron presentes ya sea por haber abandonado este mundo o que por alguna circunstancia no pudieron estar. Así que por esto de tal vez ya no poder estar al siguiente año es preferible reunirse porque no se sabe quién sí y quién no volverá a estar presente el próximo diciembre.
Así que las reuniones familiares en estas fechas decembrinas no se deben de tomar nada más como tradición religiosa, sino de convivencia familiar y para guardarse estos momentos que tal vez ya no vuelvan para alguien más.
Ahora no queda sino esperar el día de la Candelaria, el del amor y la amistad, del niño, del estudiante, del profesor, el de las Madres y un largo etcétera.
Sea pues. Vale.
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