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El Consejo de ancianos que tendría que ser el Senado de la República

CON PRECAUCIÓN

El Consejo de ancianos que tendría que ser el Senado de la República

Por Sergio Mejía Cano

Se entiende que todo servidor público al tomar posesión de su cargo protesta guardar y hacer guardar la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y las leyes que de ella emanen; así como en los Congresos estatales, protestan lo mismo con la Constitución Estatal y, desde luego, con la también conocida como Carta Magna.

El artículo 61 de la Constitución General de la República establece en su primer párrafo que: “Los diputados y senadores son inviolables por las opiniones que manifiesten en el desempeño de sus cargos y jamás podrán ser reconvenidos por ellas”. Se dice que esto que también se conoce como fuero político, se estableció debido al asesinado del senador chiapaneco, Belisario Domínguez, supuestamente ordenado por el usurpador, Victoriano Huerta, al enfadarse por los pronunciamientos del senador acusándolo del asesinato de Francisco I. Madero y José María Pino Suárez, posterior al golpe de estado para derrocar precisamente al presidente y vicepresidente, respectivamente. Así que, para que ya no ocurriera algo similar, en la Constitución que se puso en vigor el 05 de febrero de 1917, se creó esta protección para los legisladores; un fuero que, lamentablemente se ha desvirtuado considerablemente al haberse extendido para todos los servidores públicos, así como funcionarios de menores cargos; un fuero que, en cierta forma, a muchos de los políticos los ha convertido claramente en personajes impunes.

Sin embargo, y por lo visto, son los mismos diputados y senadores quienes flagrante e impunemente violan constantemente este artículo 61 constitucional, pues cuando uno de ellos o ellas están en tribuna, si dice algo que les incomode a otros de inmediato lo tratan de interrumpir, gritan, chiflan o hacen cualquier tipo de escándalo y, aunque quien lleva las riendas en su momento de la Cámara que se trate les llame la atención a los legisladores escandalosos o escandalosas, de todos modos tratan de acallar a quien está en tribuna.

Desde luego que estos escándalos que interrumpen al orador es una clara violación al artículo 61, ya que el mismo artículo establece que los legisladores no pueden ni deben ser reconvenidos por lo que digan o hagan en tribuna, pues deberían de escuchar callados y atentos y ya después, con el derecho de réplica o por haber sido mencionados, seguir su turno; pero no es así. Se entiende que por los debates tan intensos que se hacen a veces debido al tema que se está tratando hacen que afloren las emociones en algunos de los legisladores y legisladoras, pero deberían de tener presente siempre que se tiene que respetar la Constitución que protestaron guardar y hacer guardar.

El problema es que tanto la Cámara Alta como la Baja se han desvirtuado en todos los aspectos, tal vez por llegar a ambas Cámaras personas que no entienden que son representantes populares, pues se ha visto en muchos casos que algunos legisladores atienden más sus propios intereses y de grupo que las necesidades del país y su población en sí, sobre todo en el Senado de la República, en donde hay personas que no saben en lo absoluto lo que significa ser y para qué se es senador o senadora, porque sin que se considere como un ataque político en razón de género, he ahí a la senadora Lilly Téllez, quien cree tal vez que estar en dicha cámara es nada más para armar argüendes y escándalos, faltándoles al respeto a otros senadores y senadoras.

Y, a propósito de Senado, esto viene de senectud, pues simboliza a los antiguos Consejos de ancianos, así que en el Senado de la República debería de ser ocupado nada más por adultos de la tercera edad; claro que se entiende que muchos cerebros por más edad que tengan no han evolucionado correctamente, pero, de todos modos, algo se aprende a lo largo de la vida y ese algo podría contribuir para mejorar las ideas de cómo llevar una legislatura.

Sin embargo, todo se desvirtuó cuando en 1999 se reformó el artículo 58 constitucional cuando se rebajó la edad a 25 años para ser senador; se dice que esta reforma fue para favorecer a Jorge Emilio González Martínez, conocido en el bajo mundo de la política mexicana como “el niño verde”, y he ahí las consecuencias de esta reforma.

El mismo diccionario de la Real Academia Española (RAE) en sus acepciones dice que: “3 m Asamblea de patricios que formaba el Consejo supremo de la antigua Roma; 4 m Junta o concurrencia de personas graves y respetables”.

¿Graves y respetables varias senadoras y senadores que no han demostrado nada de esto?

Sea pues. Vale.

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