CON PRECAUCIÓN
Una víctima del antidoping
Por Sergio Mejía Cano
La semana próxima pasada se preguntó por medio del Facebook entre el gremio ferroviario sobre si alguien sabía de un compañero, debido a que la persona encargada de entregar los recibos de cobro a los jubilados en la ciudad de Guadalajara, Jalisco, les estaba preguntando a otros compañeros si no sabían de él porque ya tenía varios recibos acumulados y que. por lo mismo, se le había retenido el dinero de la jubilación, pues al no recoger ese recibo durante cuatro meses se interrumpe el pago.
Ayer lunes comenzaron a llegar informes respecto a este compañero diciendo que hacía seis meses que había abandonado físicamente este mundo. Otro compañero comentó que lo había encontrado en la calle hacía más de un año y que lo vio muy desmejorado, muy delgado y los ojos sumidos, pero que no quiso hacer plática, ya que después del saludo correspondiente se alejó sin decir nada más.
La mayoría de los que trabajamos en el ferrocarril ahora nos comunicamos a través de las redes sociales; sin embargo, a este compañero hoy fallecido jamás se le vio que tuviera una cuenta en internet o si la tuvo, tal vez nada más con sus familiares, porque ni los compañeros que habían sido sus compadres o con quienes se la llevaba mejor sabían nada de él.
Lo anterior viene a colación debido a que este compañero hoy desaparecido fue una de las primeras víctimas de los operativos antidoping que puso la entonces Secretaría de Comunicaciones y Transportes, hoy secretaría de Infraestructuras, Comunicaciones y Transportes (SICT) a partir de finales de los años 80 o principios de los 90 del siglo pasado. Fue víctima este compañero porque cotidianamente había un doctor por dos turnos en las estaciones del ferrocarril que tomaba la presión arterial y exámenes físicos como un mentado romberg y de reflejos a los trabajadores ferroviarios antes de salir al camino o entrar a los turnos del patio de maniobras.
Sin embargo, inesperadamente llegaba a las estaciones ferroviarias, por lo menos en lo que fue la otrora orgullosa ruta de la costa occidental, el Ferrocarril del Pacífico (FCP), un grupo de la SICT haciendo un examen más a fondo a los ferroviarios pidiéndoles que orinaran en un frasco para después con un reactivo, comprobar el grado de toxicidad en la sangre.
Así que cuando le tocó a este compañero que ya no está en este mundo le tocó ceder su orina, al ponerle uno de los médicos el mentado reactivo dio positivo a cannabis, por lo que ya no lo dejaron salir a trabajar; y no solo eso, sino que se le ordenó a la empresa ferroviaria que ya no trabajara hasta que arreglara su situación sobre drogadicción.
Cuando este compañero salió de donde estaba ese operativo, con voz muy triste y sin comprender nos dijo que había dado positivo a mota, lo que a todos sus compañeros que estábamos también ahí en ese momento nos extrañó bastante debido a que cuando se ha convivido cotidianamente durante 15, 20 o más años con otros compañeros, además de haber convivido en juergas, parrandas,, convivios y reuniones, por lo regular nos llegamos a conocer nuestras debilidades, vicios, errores y virtudes, así que por lo mismo, nos extrañó que lo hayan sacado positivo al zacatito vacilador, porque eso sí, ingería bebidas embriagantes, pero jamás se le supo de otros vicios y menos de adicción a la marihuana u otras substancias ilícitas y ni siquiera en la intimidad de su hogar, pues su esposa era hermana de otros compañeros a los que jamás les dijo de algo oscuro en el comportamiento de su esposo.
De inmediato este compañero demandó a la SICT, a Ferrocarriles Nacionales de México y hasta al sindicato ferrocarrilero, pues no recibió un apoyo adecuado de este último. Afortunadamente este compañero tenía un compadre bien parado en el Comité Olímpico Mexicano (COM) de aquel entonces, por lo que este compadre lo llevó a los laboratorios del COM en donde le hicieron análisis toxicológicos con la capacidad de sacar hasta resultados antiguos, así como psicológicos y hasta psiquiátricos, en los que se determinó que estaba limpio, pues ya ni alcohol le habían encontrado en su sangre, pues con los trámites emprendidos de más de un año de tiempo ya no había tomado más que pura agua.
Obviamente que el compañero ganó la demanda laboral, por lo que recibió los salarios caídos, así como una compensación económica, pero ya no volvió a trabajar debido tal vez, a que el sindicato y la empresa, para desagraviar lo acontecido le ofrecieron la jubilación, la que aceptó de inmediato sin más.
Sea pues. Vale.
Más historias
Demetrio Vallejo Martínez, un honesto y verdadero líder de masas
Cadenas de mucho o poco conocimiento que se heredan en las familias
Salvar vidas sancionando