LA SERPENTINA
POR GUILLERMO AGUIRRE
Palabras, palabras, palabras
**Iniciativas de ley que fueron cacaraqueadas como ya en vigor, fueron puro cuento para los candorosos ciudadanos que creyeron en ellas.
El título de esta columna el día de hoy, es una parodia de una canción que se llama así; “Palabras, palabras, palabras”, la canción original es italiana, y la canta un duo formado por un hombre y una mujer, el tema consiste en que el hombre le regala desde chocolates, flores, y otras sutilezas con las que los hombres dicen que aman a las mujeres, y aunque en muchos casos, las aludidas saben perfectamente que estos obsequios sólo son para lograr un propósito, el cual es irse con ellas a la cama, pues les siguen el juego porque se sienten queridas, amadas, apreciadas, admiradas, etcétera,
Llegado el momento de lograr su insano propósito, el machito abandona a la conquistada, o bien, eventualmente la busca y le vuelve a llevar lo mismo, chocolates, flores, perfumitos, o alguna cosa curiosa, y bueno, el círculo continúa, en forma constante.
En esta canción cuando el sujeto quiere volver a llevar a la cama a la chica, con promesas y regalitos, ella sólo le contesta: “palabras, palabras”, palabras,” y él le suplica que le vuelva a creer, clama, gime, llora, grita, pero ella sigue diciendo: “palabras, palabras, palabras”.
La alusión de esta canción italiana, es porque escucho los comerciales promocionales de partidos y candidatos en la radio o en la televisión, y créanme son puras palabras, palabras, palabras.
No sólo las nuevas promesas que exhiben y publicitan a los cuatro vientos, y en los tiempos que la legislación les concede en radio y televisión, y ahora en las redes sociales también; también las viejas promesas y leyes que incluso se hicieron iniciativas para que fueran aprobadas, quedaron en nada.
Como ejemplo de algo que fue cacaraqueado como algo grandioso, y nomás fue puro cuento, les hablaré de la famosa ley sillas, esa ley que iba a permitir que los trabajadores que hoy día, no tienen permiso de sentarse durante las ocho o más horas de labor, ya podrían hacerlo, el patrón tendría que proporcionarles confortables y mullidas sillas para que se tomaran cada dos o tres horas de trabajo, una media hora de descanso.
Se planteó que era inhumano que las mujeres y hombres que trabajaban en sitios donde tienen que permanecer sin sentarse desde que entran hasta que salen, padecían muchas enfermedades a causa de esto, desde varices, hasta mala circulación que en algunos casos llegaba a afectar al corazón.
Vieran ustedes como se argumentaron cosas para lograr esta ley sillas, de pronto yo veía un panorama como de ensueño para los trabajadores, como que iban a vivir un paraíso en sus respectivos centros de trabajo, llegué a pensar que ya entrados en gastos, los patrones hasta les iban a ofrecer una salita con café, bísquets, refrescos, una salita en donde pudieran ver cuando menos uno de esos programas embaucadores de televisa, o tv azteca, esos donde salen mujeres enseñando los pechos o las piernas o los calzones, digo, en su media hora, podrían pedir que les adelantaran la siguiente media hora y quedarse a ver un buen programa idiotizante de tv abierta.
Pero como dice otra canción de los Revolución de Emiliano Zapata, “fue un sueño, un sueño…”.
Y esta ley sillas, simplemente queda pendiente, así que mis queridos amigos trabajadores de centros comerciales, de tiendas de ropa, de tiendas chinas, de la construcción, entre otros muchos, olvídense de ese descanso prometido por los diputados federales y síganle fregando, y pues hasta donde aguante el cuerpo y su vitalidad, y claro, sus necesidades de trabajo y de tener ingresos honrados.
Otra linda promesa de los diputados federales para embobar a los obreros o empleados de todo tipo, fue la famosa reducción de la jornada laboral, a menos de ocho horas, lo que equivaldría a menos días de trabajo semanal.
Pobres trabajadores, y ciudadanía en general, cuando se anunció y cacaraqueó esta ley, algunas candorosas familias, hasta hicieron planes para estar más tiempo con sus hijos, con sus padres, con sus familiares, en fin, creyeron que era cierto pues, sin conocer que la demagogia de los que hoy piden el voto, que dicho sea con todo respeto, son casi los mismos que siempre han pedido el voto, sólo juegan con la nobleza, el candor, la pureza, la ingenuidad y la candidez, de los ciudadanos de a pie.
Dejen de eso, todavía nos presumen autopistas privadas que son negociazos de los que las hacen, como obras del gobierno, cuando circular por ellas, cuesta un ojo de la cara, así que esto equivale a que usted compré una casa con un préstamo hipotecario, y le pague durante 15 largos años al banco, y cuando ya termine de pagarla, venga el diputado o senador en turno, y presuma que usted pudo hacerse de una casita, gracias al sistema financiero que ellos, los diputados aprobaron, lo que nunca dirán es que usted casi muere por pagar capital e intereses, y que sólo al sudor de su espalda, le debe usted tener casa, nada qué ver con la bondad de un político…cuya especialidad, son las palabras, palabras, palabras…hasta mañana
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