CON PRECAUCIÓN
Devolver a la Constitución su esencia social y de justicia
Por Sergio Mejía Cano
Como pasa ya cotidianamente en nuestro país, cada vez más polarizado, pero también más politizado, las iniciativas de reforma a la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos que presentó este 5 de febrero el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), de inmediato hubo voces a favor y, obviamente, también en contra; aunque posiblemente estas últimas podrían ser las menos, afortunadamente.
No es muy difícil entender que lo que se pretende con este paquete de 18 reformas constitucionales y dos de leyes, es devolverle a nuestra Carta Magna el espíritu social, de justicia y de proteger los bienes de la Nación; la esencia que se le quitó en la oscura etapa neoliberal en donde tal y como lo ha afirmado constantemente el presidente AMLO: todas las reformas que se le hicieron a la Constitución fueron para favorecer las privatizaciones, para gratificar a unos cuantos de una élite empresarial y política y hasta para otorgarles impunidad e inmunidad.
¿Quién podría refutar ahora que estas reformas constitucionales en cuestión son para perjudicar aún más al pueblo mexicano? Claro que a quienes podrían no caerles nada bien estas iniciativas de reforma son a los que ya se consideraban los dueños de nuestro país, en donde nada más sus chicharrones tronaban; a quienes pretendían hacerse ricos con la privatización de la Salud, de la Educación-Enseñanza, de la producción de las minas, de los ingenios, de los ferrocarriles, de la aeronáutica, de los puertos marítimos y aéreos, de las comunicaciones, de los medios informativos y en sí, de todos los medios de producción industrial; esos son los que más se mortifican en caso de que se lleguen a aprobar estas reformas constitucionales que, si bien podrían no ser en este sexenio que ya casi termina, bien se podrían dar en el siguiente si todo sale tal y como se tiene estimado por la clase política que sí ver por el bienestar del pueblo y no por los propios intereses particulares y de grupo.
Y a propósito de ferrocarriles, en el punto 15 de este paquete de reformas que dio a conocer AMLO, se habla del restablecimiento de los trenes de pasajeros, por seguir teniendo el Estado Mexicano el derecho de vía de esos mencionados 18 mil kilómetros de vías férreas en el país, por lo que, si ningún particular toma la decisión de administrar los trenes de pasajeros, entonces será el Estado el que los pondrá en operación dándoles prioridad sobre los trenes de carga.
Este punto 15 generó una gran expectativa en la mayoría, si no es que en toda la gran familia ferrocarrilera, y no porque quienes quedaron fuera con la concesión de los ferrocarriles a la Iniciativa Privada (IP), debido a que por la edad la mayoría ya no se encuentra en su etapa de vida productiva; pero sí para que esa gran familia ferroviaria no fenezca por la posibilidad de que los descendientes de los ferrocarrileros sigan la tradición familiar; pero también para el público usuario que alguna vez disfrutó al viajar por tren a lo largo y ancho de nuestro país y que les guarda un buen recuerdo que trasmiten a sus descendientes de lo grato y placentero que era viajar por tren.
Otro punto que también generó buena expectativa es del de las pensiones las que según se ha documentado, quedaron muy por debajo para la mayoría de la clase trabajadora y de la burocracia, con las reformas de pensiones de los entonces presidentes Ernesto Zedillo Ponce de León (1994-2000) y Felipe Calderón Hinojosa (2006-2012), respectivamente; una reforma a las pensiones que inexplicablemente no ha caído nada bien a los adversarios y detractores de AMLO, quien está plenamente consciente de que dicen que está “destruyendo al país”, por lo que él mismo se pregunta y les pregunta que le digan en qué forma lo está destruyendo: ¿acaso por estar promoviendo el bienestar social de toda la Nación Mexicana?
El punto que tal vez causó escozor, pero más a la clase política, sobre todo a los políticos vividores que no quieren dejar de estar mamando del presupuesto, es el de la posible eliminación de los puestos plurinominales tanto de diputados como de senadores, un clamor que ya tiene tempo para que desaparezcan, pues ya no tienen ninguna justificación para seguirse sosteniendo, ya que se prestan más como agencias de colocaciones para favorecidos, amigos y compadres, que de servicio público. Estos entes dizque políticos que mediante el voto popular posiblemente jamás hubiesen ocupado una curul al no contar con arraigo, arrastre ni carisma popular.
Sea pues. Vale.
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