Los embates de la Naturaleza no se pueden detener
Por Sergio Mejía Cano
Por lo regular es muy común que mucha gente al finalizar cada año comience a hacer sus propósitos para el año nuevo, así como también hacer pronósticos y vaticinios de lo que podría ocurrir, bueno o malo en los tiempos por venir. Esto no es nuevo, obviamente, pues hoy en día aún persisten augurios de personajes o naciones de la antigüedad, sobre todo, pronosticando catástrofes y muchos malos momentos para la humanidad.
Las profecías que más sobresalen son las de Nostradamus y en menor medida de otros videntes que por ser menos conocidas o menos difundidas poca gente las conocemos; pero profecías que, al fin y al cabo, terminan acomodándose a hechos que han ocurrido o están por ocurrir.
Catástrofes y calamidades de gran envergadura han ocurrido desde que el mundo es mundo, pues estamos en un planeta en constante movimiento y acomodo de sus placas tectónicas y los cambios climáticos que ahora son más variantes de acuerdo a los conocedores del tema que afirman que dichos cambios del clima se han desvirtuado en gran manera debido a la contaminación generada precisamente por la misma humanidad; con sus honrosas excepciones, desde luego. El primer día del año 2024 nos dio la sorpresa anunciando un terrible terremoto en el archipiélago de Japón y posteriormente se informó en los medios que también en la costa sur del estado de California, en los Estados Unidos, también se había sentido otro temblor de tierra, aunque de menor intensidad que el de Japón; pero alarmante en gran medida debido a lo que se ha informado desde hace décadas: la franja de San Andrés que, se dice, atraviesa gran parte del occidente del continente americano, por lo que se afirma que algún día, dicha franja será la causante de un posible desprendimiento de tierra en las costas más cercanas a esta franja de San Andrés.
La mayor parte de las catástrofes ahora son más predecibles gracias a los modernos sistemas de medición y predicción de posibles movimientos telúricos, así como identificar con más eficacia que tormenta tropical se convertirá en huracán y de qué intensidad, igual como predecir su posible trayectoria y si crecerá o disminuirá su intensidad; claro que algunas veces las predicciones fallan, pero por lo regular la mayoría de los pronósticos resultan verídicos. Sin embargo, cuando se yerra en el vaticinio, ahora se le atribuye precisamente al cambio climático, hecho muy palpable; aunque aún hay gente que no cree que dichos cambios en el clima a pesar de que cada día sean más que evidentes. Lo malo de todo esto en cuestión de catástrofes naturales, hay personas que, tratando de emular a los antiguos profetas y videntes, se aprovechan para alarmar de más a quien se deja alarmar, y más, hoy en día aprovechando las redes sociales en donde se difunden enorme cantidad de avisos sobre terremotos, tsunamis, huracanes, erupciones volcánicas, maremotos y hasta la llegada de asteroides que acabarán con la vida en nuestro planeta; y, si bien de esta caída de asteroides podrían ocurrir dentro de muchos años, de todos modos, hay gente que se asusta tal y como si fueran a estar vivos dentro de cien años o más, pensando quizás, que irán a desaparecer igual como los dinosaurios; aunque tal vez por quien se preocupen en verdad será por sus descendientes y no por ellos en sí, pero para saber por qué se preocupan, sí que está difícil de saber con claridad.
A quienes llegamos a este planeta a mediados del siglo XX se nos llegó a asustar que el mundo se acabaría en el año 2000; sin embargo, se ha documentado que a lo largo de la historia el fin del mundo se ha vaticinado cada llegada de siglo o milenio, pero también en otras fechas intermedias, tal y como se llegó a decir que el fin del mundo sería en 1965; y más recientemente que en diciembre de 2012, porque así estaba escrito por los mayas; pero ¿por qué no pasó nada en diciembre de 2012? Pues precisamente porque no estamos en el año correcto, ya que la vida en nuestro planeta tiene millones de años y no 2012, precisamente.
Esto de las catástrofes han asustado, asustan y seguirán asustando a mucha gente y más, si esa gente que se angustia no estudia y aclara su pensamiento de que los desastres y embates de la Madre Naturaleza se seguirán dando, ¿dónde? Pues quién sabe, pero de que seguirán por los siglos de los siglos, eso que ni qué. Así que solo basta esperan el momento y tener en cuenta de que el mundo se le acaba a cada quien cuando tiene que abandonar este plano terrenal, no hay más. Tan, tan.
Sea pues. Vale.
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