De dictaduras a dictablandas
Por Sergio Mejía Cano
Circula en las redes sociales un pequeño fragmento de la novela “Un mundo feliz”, en donde su autor, Aldous Huxley, define lo que para él es “Una dictadura perfecta”; frase que retomó el escritor peruano Mario Vargas Llosa al referirse a nuestro país durante una conferencia que se llevó a cabo en agosto de 1990, entre escritores y premios Nobel, en donde se encontraba el escritor mexicano Octavio Paz.
Según Aldous Huxley en su novela “Un mundo feliz” es “Una dictadura perfecta tendría la apariencia de una democracia, pero sería básicamente una prisión sin muros en la que los presos ni siquiera soñarían con escapar. Sería esencialmente un sistema de esclavitud, en el que gracias al consumo y el entretenimiento, los esclavos amarían su servidumbre”.
En sí, en su momento Mario Vargas Llosa cuando se refirió a nuestro país no estaba muy fuera de lugar que digamos, pues básicamente se refería al famoso “pan y circo”; aunque no precisamente con el pan, pero con el circo obviamente que sí. Lo mismo que con el consumo, ya que muchos mexicanos hasta pidiendo fiado llegan a ser presas del consumo a más no poder, pues no por nada existe la frase tan común de “fiado, hasta el ferrocarril”, aunado a la también coloquial expresión de “al fin y al cabo, lo bailado nadie me lo quita”.
En cuanto al entretenimiento, tampoco estaba muy alejado de la realidad el escritor peruano también metido a la política en su país, he ahí la enajenación mental que ha generado en gran parte de la ciudadanía mexicana el futbol; enajenación que ha derivado en hechos de violencia ya no nada más verbal, sino hasta física cuando se han enfrentado porras de un equipo contra otras contrarias y lo que es peor: hasta broncas familiares cuando algunos de sus integrantes le van a determinado equipo y otra parte de la familia le va a otro, y más aún cuando los equipos favoritos de ambos bandos se enfrentan entre sí. Sin embargo, en cuanto a dictaduras, hoy en día en que varios comunicadores y líderes de opinión se refieren a que el actual presidente de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) como un dictador, tal vez lo hagan con cierta insidia aprovechando que la mayor parte de las nuevas generaciones no tienen una clara idea de lo que es un verdadero dictador en sí ni de que en nuestro país sí ha habido presidentes que se han comportado como viles dictadores; aunque no como los de otros países, sobre todo en Sudamérica, cuando los golpes de Estado comandados por militares se hacían del poder absoluto de esos países que llegaron a sufrir verdaderas dictaduras en donde la bota militar prevalecía sobre el cuello de los ciudadanos civiles.
A estas nuevas generaciones que les creen a esos insidiosos comunicadores y medios informativos que no cejan en señalar a AMLO como un dictador o que lleva a México a una dictadura, sería bueno recomendarles que leyeran un poco de historia de cómo han sido las dictaduras en América Latina; pero también en nuestro país en donde a pesar de estar disfrazadas de democracia, en sí en determinados momentos algunos presidentes mexicanos se llegaron a comportar como viles dictadores, he ahí casos contemporáneos como los golpes a huelgas legítimas como las de los médicos, los ferrocarrileros, obreros y campesinos, estudiantes; el 2 de octubre de 1968 (no se olvida), el 10 de junio de 1971 (jueves de Corpus), Aguas Blancas, Tlataya, Ayotzinapa, etcétera; pero sobre todo, los años que ahora se han determinado como “la guerra sucia” que significaron persecuciones, encarcelamientos y hasta desapariciones de luchadores sociales, así como de estudiantes y disidentes que eran considerados como peligrosos para el régimen establecido.
Ojalá y estas nuevas generaciones que se dejan ir con la insidia de esos comunicadores que señalan a AMLO como dictador, lean alguna vez cómo Augusto Pinochet se hizo del poder en la hermana República de Chile aquel fatídico 11 de septiembre de 1973; por qué Daniel Ortega derrocó con el movimiento Sandinista al dictador Anastasio Somoza, cómo y por qué hubo varios dictadores en Argentina, en Uruguay y Paraguay, en Brasil; pero sobre todo, cómo se comportan los verdaderos dictadores en cuanto a la libertad de expresión.
Y si las comparaciones son odiosas, a veces son necesarias y complementarias, pues si AMLO fuera un dictador como tal, varios de los comunicadores que hasta han ofendido de palabra al presidente de México y su familia, ya no estarían en este mundo o quizás encerrados en un calabozo.
Sea pues. Vale.
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