CON PRECAUCIÓN Sergio Mejía Cano
La charrería, solo para las clases pudientes
Por Sergio Mejía Cano
El 14 de septiembre se celebra el Día de la Charrería en México, una charrería que se considera ya como una tradición de las más mexicanas; pero también para algunas personas ya también se considera una tradición mexicana la tauromaquia, la dizque fiesta brava, las corridas de toros, etcétera; sin embargo, no es así, pues antes de la llegada de los europeos a este continente denominado ahora como América, aquí no había equinos ni reses.
Claro que la charrería se fue conformando de acuerdo a la idiosincrasia mexicana por el amor y atención que se les llegó a tomar a los caballos, no así a las reses a quienes se les siguió viendo como seres para la diversión y sacar a flote los sentimientos más retrógrados de algunos seres humanos.
Así que ni la charrería ni la tauromaquia son tradiciones mexicanas originales, sino que se fueron cumplimentando con el paso de los años al modo nacional, porque es probable que, si bien en España hay caballos, la charrería como la hay en México allá no se practica en igual forma. En cuanto a las corridas de toros, el que muchos mexicanos la sigan aceptando se podría considerar más bien como una especie de seguir con la sumisión hacia los invasores ibéricos que comenzaron a llegar a este continente en el siglo XV y más, con los que llegaron ya después a partir del siglo XVI, por lo que esto de que a muchos mexicanos les sigan gustando las corridas de toros es nada más estar siguiendo una tradición por demás nefasta venida allende la Mar océano.
Tristemente a la tauromaquia se le denomina arte y más, porque se anuncia este espectáculo en la sección de deportes tanto en los medios impresos como de la radio y televisivos. ¿Cómo el asesinato de un ser viviente se puede llegar a considerar como arte, como fiesta o como corrida? ¿Cómo puede generar gusto y beneplácito el sufrimiento de un ser al que se está martirizando haciéndolo sufrir hasta causarle la muerte frente a otra especie que aplaude, grita y felicita al asesino?
Pero no nada más en las corridas de toros se hace sufrir a un ser viviente, sino también en la charrería cuando se lazan tanto equinos como reses al ir corriendo y con el jalón de la rienda los tumban y los arrastran o cuando un charro hace correr a un caballo para después de determinado tramo le da el jalón a la rienda del freno para que pare de inmediato el equino. ¿En verdad será un gusto para quienes hacen esto y para quienes lo presencian?
Si bien se les colocan a los equinos herraduras, aun así, al momento de los desfiles por calles de las ciudades con asfalto o concreto hidráulico, es un verdadero sacrificio para los caballos y más, cuando los desfiles se alargan pues, aunque puedan soportar el calor del suelo, no es lo mismo en tierra o pasto que hacerlo en pavimento, en donde el calor del piso es más intenso. Y este calor del suelo tal vez haga recordar a los caballos bailadores cómo los enseñaron a bailar a muchos de ellos.
Tal vez sea una teoría de la conspiración; pero hace muchos años se documentó que, para hacer bailar a los caballos se les ponían en planchas calientes para hacerlos saltar. Pero hubo voces que no era así, pues los equinos están considerados como pertenecientes a una especie más inteligentes que otras. Sin embargo, aquel documento tenía como referencia en ejemplo de un comediante que se nombraba “Don Facundo y sus fantoches”, quien, en su espectáculo de carpa, diariamente ponía a bailar el Jarabe Tapatío a una gallina, hasta que se descubrió que en donde ponía a la gallina era una plancha caliente y que por eso tenía que saltar la gallina dando la impresión de que se ponía a bailar al son de la música. Tal vez por cada día era una gallina diferente.
Por más que se diga que la charrería es una tradición e identidad de la cultura mexicana, esta no es accesible para la mayoría de los mexicanos, ya que por lo regular quienes patrocinan o se consideran charros mexicanos, son personas pudientes, con un gran poder adquisitivo debido a lo caro que es tener caballos, así como sus aperos como sillas, riendas, manutención y todo tipo de cuidados para los caballos. Y también la vestimenta charra resulta poco accesible para la mayoría de los mexicanos, pues un traje de charro es muy caro debido a la botonadura y adornos metálicos, lo mismo los sombreros, por lo que cuando se mira un desfile de charros o cualquiera clase de eventos referentes, se ve a pura gente con un gran poder adquisitivo, acomodados económicamente para poder darse ese gusto.
Sea pues. Vale.
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