CON PRECAUCIÓN
Una medida de caridad que sería contraproducente
Por Sergio Mejía Cano
A mediados de los años 60 del siglo pasado, una profesora que impartía la materia de español en segundo de secundaria, en la ciudad de Guadalajara, Jalisco, cierto día comentó a sus alumnos que, aunque se oyera cruel, lo mejor que se podía hacer ante los limosneros y demás pedigüeños en la calle era ser o permanecer indiferentes. Que si sus papás o mamás cambiaban un billete de 100 pesos en monedas de .20 centavos, en tres o cuatro cuadras se acabarían las monedas y no remediarían nada, más que fomentar aún más el que siguieran pidiendo.
¿Y por qué ser o permanecer indiferentes? Se preguntó a sí misma la profesora y ella misma se contestó diciendo: porque nadie de nosotros tenemos la culpa de que haya indigentes, limosneros, borrachitos y todo tipo de gente que pulula en la calle; y remató diciendo a sus alumnos que si acaso alguno de ellos se sentía culpable por la existencia de ese tipo de gente en la calle.
Por ese mismo tiempo, se corrió la voz entre el estudiantado que había salido una información en los medios de noticias en donde se decía que los hospitales del Sector Salud y los privados diariamente tiraban mucha comida en vez de repartirla entre tanta gente con hambre, por lo que alguien comenzó a organizar una marcha por las calles de la ciudad para protestar por esta medida y exigir que esa comida que tiraban los hospitales se la dieran a la gente de la calle. Sin embargo, los mismos profesores de la secundaria calmaron los ánimos del estudiantado y quienes los estaban organizando, diciéndoles que eso de tirar la comida era un mal necesario, pues en caso de que se repartiera a la indigencia, al rato no nada más sería la gente necesitada la que acudiría por su comida, sino más personas que al enterarse de que había comida gratis se correría la voz y después esa comida que se desperdiciaba ya no alcanzaría, por lo que después se aplicaría aquella frase de que cuando das algo, primero te lo agradecen encarecidamente, luego nada más te dan las gracias y al último te lo van a exigir.
Lo anterior viene a colación debido a que recientemente se llevó a cabo un “Croquetón”, mediante una campaña al parecer convocada por la diputada local y presidenta de la Comisión de Gobierno del Congreso del Estado de Nayarit, licenciada Alba Cristal Espinoza Peña, para recolectar alimento para canes y felinos en situación de calle. Campaña por la que ahora la diputada Espinoza Peña está siendo criticada por algunas personas señalando que la diputada prefiere alimentar a estos animales que a tanta gente también en situación de calle. Y he aquí algo referente a lo que había dicho alguna vez aquella profesora de español: ¿acaso la diputada y quienes participaron en esta campaña de recolección de alimento para perros y gatos de la calle, son culpables del abandono de estas especies, así como de los indigentes, pordioseros, drogadictos y ebrios consuetudinarios que vagan en las calles de Tepic?
Claro que hay culpables de tantos canes y mininos abandonados en la calle, lo mismo que toda esa gente en situación de calle, y esos culpables son precisamente los mismos humanos; porque tanto en el caso de perros y gatos, y gente que vagan por las calles, son los mismos humanos los que han generado esta situación. Sin embargo, canes, felinos y otras posibles especies que son abandonadas en las calles, ¿qué culpa podrían tener al ser abandonados? Caso contrario con los indigentes de todo tipo, pues muchas de las veces es por sus propios problemas de familia, por vicios y tal vez hasta por gusto que se van a la calle y, lo peor, es que se han dado casos en que quienes avientan a la calle a mucha de esa gente que vaga, fueron sus mismos familiares quienes los echaron por no aguantarlos o por considerarlos una carga o por la razón que sea; pero la culpa podría ser de ambos lados.
Claro que hay familiares que se preocupan por los suyos que cayeron víctimas del alcoholismo o drogadicción haciendo hasta lo imposible por su rehabilitación, el problema es que se han dado casos en que son los mismos enfermos quienes no ponen nada de su parte para recuperarse o ya una vez que se sienten bien, así duran algunos días para volver a recaer poco después.
Ya se han instalado comedores comunitarios y organizaciones caritativas que ofrecen comida a la gente en situación de calle; sin embargo, está comprobado que esta medida es contraproducente, pues mientras haya comida gratis, mucha gente no hará por conseguirla por sí misma volviéndose haragana.
Sea pues. Vale.
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