CON PRECAUCIÓN Sergio Mejía Cano
Después de todo, Benito Juárez fue un ser humano más
Por Sergio Mejía Cano
El pasado 20 de marzo llegó la primavera a las 15:24 hora del centro del país; sin embargo, oficialmente se toma como inicio de esta estación el 21 del mismo mes, fecha en que también se conmemora el natalicio del llamado benemérito de las Américas, don Benito Pablo Juárez García. Sin embargo, lo que llama la atención es que, a pesar de ya tantos años del fallecimiento de Benito Juárez, aún haya detractores del expresidente de México que llevó a cabo las Leyes de Reforma que abrieron el paso a nuestro país para una vida cívica y de certeza judicial.
Leyendas sobre el comportamiento de Juárez durante su mandato como presidente de la República siguen corriendo en pleno siglo XXI, unas a favor y otras en contra, estas últimas se dan más en personas que se dicen conservadoras y defensoras de la religión que más se vio afectada con dichas leyes de reforma: la Iglesia Católica, pues todavía prevalece la percepción de que atacó a dicha Iglesia al quitarle privilegios y bienes tanto muebles como inmuebles;: pero sobre todo, parte de la influencia que tenía esta Iglesia entre gran parte de la población de aquel entonces.
Pero no nada más don Benito Juárez es el único prócer nacional en ser atacado y denostado, sino que otros héroes patrios también, como don Miguel Hidalgo y Costilla, los Niños Héroes, Francisco I. Madero, el tata don Lázaro Cárdenas del Río, etcétera.
En cuanto a Benito Juárez, recuerdo que un profesor en la secundaria, allá a mitad de los años 60 del siglo pasado, nos dijo a sus alumnos que Juárez creía que los franceses no defecaban, que eran una raza superior y que tenía muy arraigada la idea de que eran descendientes de Quetzalcóatl, que teniendo el poder de hacer algo por las naciones indígenas del país, nunca hizo nada ni por sus mismos ancestros y congéneres.
Y así, a lo largo de todos los años después de su desaparición física sigue habiendo gente que se va con la finta de lo que afirman sus detractores o por convicción propia tal vez, pues hay personas que creen a pie juntillas que Juárez mandó quemar a los yaquis en el estado de Sonora, que se adueñó de muchas propiedades y de que se hizo de una gran fortuna personal, tal y como si hubiese sido como algunos de los políticos del siglo XX.
Cierta vez oí a una persona en un evento respecto a recordar la figura de don Benito Juárez, decir a quienes denostaban al benemérito que, antes que nada, deberían recordar que Juárez, al igual que todos los demás próceres y héroes nacionales había sido un ser humano con sus defectos, errores y virtudes como todo ser humano. Que si bien la historia oficial nos pinta a todos nuestros héroes patrios como si hubiesen sido personas cuasi perfectas y que jamás erraron en sus andanzas como cualquier otro ser humano, era por el romanticismo y el aura que se les ha colocado para ser admirados más allá de ser gente normal como cualquier otra. Y, que no se nos olvidara a quienes lo oíamos que como seres humanos que fueron nuestros héroes, tenían que hacer sus necesidades fisiológicas, algo de lo que ningún ser viviente podría prescindir.
Y si bien en la historia oficial se han pintado a nuestros héroes nacionales como seres excepcionales, aun así a muchos mexicanos nos ha servidos para hacernos de una idea de que hicieron más bien que mal y, en caso de profundizar en cuanto a lo malo, pues cualquiera persona con dos dedos de frente entiende que actuaron bien o mal, de acuerdo a las circunstancias que se les presentaron en su momento y que, si no fueron más allá fue debido a que no pudieron o quisieron y que quizás alguna de esas circunstancias se los impidió.
Y a propósito de que en nuestros días sigue habiendo gente que no traga la figura de don Benito Juárez, es bueno recordar cómo Vicente Fox Quesada ya siendo presidente mandó quitar la pintura de la figura de don Benito de uno de los salones de la entonces residencia oficial de Los Pinos; un acto que muchos mexicanos consideraron como un agravio no nada más a la memoria de Juárez, sino de muchos sectores de la sociedad; pero, sobre todo, de nuestra historia nacional. Un acto de Vicente Fox que tal vez significó tanto su ignorancia como el odio que sentía ante quien afectó en cierta forma sus creencias religiosas. Ignorancia de Foz Quesada, tal vez por no estar enterado que Juárez no era antirreligioso, que era creyente y que iba a misa, pero sí enemigo de los privilegios, prebendas y bienes terrenales que la Iglesia no quería soltar bajo ningún concepto.
Sea pues. Vale.
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