CON PRECAUCIÓN Sergio Mejía Cano
Las fechas de caducidad
Por Sergio Mejía Cano
En una charla informal entre amigos y familiares surgió el tema de las fechas de caducidad; una de las personas de más edad que participaba en la plática hizo ver a los demás que anteriormente nada traía fecha de caducidad, nada ni los medicamentos ni los productos alimenticios o, al menos, no recordaba haber visto fecha de caducidad en nada de lo que llevaban a su casa empaquetado.
Alguien más terció diciendo que las fechas de caducidad se debían para fortalecer la sociedad de consumo, pues tenían que estar saliendo productos, supuestamente nuevos para que la producción no cayera y se estancara la economía; sin embargo, aclaró esta persona que, obviamente se entendía que sí había muchos productos industrializados que sí se podrían echar a perder pasado algún tiempo, pero hoy en día con la mayoría de ingredientes artificiales en muchos de los productos para consumo humano, pues sí que daba en qué pensar, sobre todo en los medicamentos, pues muchos de ellos ya el ingrediente activo es artificial y no natural, tal y como se dio al principio de la producción de medicinas con base en yerbas y productos naturales.
Lo anterior me hizo recordar que cierta vez, allá a mediados de los años 60 del siglo pasado, varios alumnos del segundo año de secundaria le preguntamos a la maestra de la materia de español por qué no hacían cosas que duraran para siempre o que no se averiaran, como los neumáticos, pues se podrían fabricar de tal manera para que no les entrara algún fierro que los poncharan. La maestra nos explicó a sus alumnos que posiblemente si se podrían fabricar ruedas para automóviles muy resistentes y que no se poncharan fácilmente o que su material fuera muy resistente; pero el problema era que de haber un caso así, quebrarían las fábricas de llantas y neumáticos de todo tipo; y añadió que, posiblemente en los Estados Unidos en la industria bélica tal vez sus vehículos de guerra sí tuvieran cierto tipo de ruedas más resistentes que las que se lanzan al mercado civil.
Y a propósito de los años 60, quizás mucha gente recuerde aquellos refrigeradores, estufas y lavadoras fabricadas con un material férreo muy resistente y duradero; sin embargo, estos utensilios domésticos la mayoría, si no es que todos son prácticamente desechables y muy frágiles. Pues otra de las personas que estaban en esta plática informal, dijo que el refrigerador que tenía ahora era el cuarto, pues los anteriores dejaron de servir ya que casi se habían desbaratado por el material casi de plástico con el que están fabricados. Y sí, pues cierta vez al estar mirando la reparación de un refrigerador vi que al desbaratar el congelador entre sus componentes que eran puras piezas de plástico, tenía también una placa de poliuretano expandido, es decir, a lo que se le llama comúnmente hielo seco; al hacerle ver esto al señor que estaba reparando el refrigerador, dijo que ya todos los refrigeradores así venían, por lo que su vida activa era de pocos años.
Y lo mismo con los automóviles, pues la mayoría están fabricados con fibra de vidrio o vil plástico; aunque eso sí, poco más resistentes que los refrigeradores, estufas y lavadoras, así como televisores, radios, teléfonos móviles, etcétera.
Alguien más dijo que al llevar su teléfono móvil a reparar, quien lo atendió le dijo que su celular ya no tenía remedio, que cuánto tiempo tenía con él, a lo que la persona le respondió que tenía casi tres años, entonces el reparador de teléfonos móviles le dijo que se diera de santos, pues la mayoría de los celulares estaban diseñados para una vida promedio de dos años, así que si le había durado más tiempo, era un garbanzo de a libra.
En cuanto a los medicamentos y su fecha de caducidad, se ha documentado que algunos médicos han señalado que así tenga determinada fecha, de todos modos podrían tener efectividad todavía y posiblemente de tres a seis meses más sin que perdieran su efectividad; sin embargo, que para no arriesgarse, lo mejor era desecharlas y adquirir nuevas medicinas, para no hacer quebrar a los grandes laboratorios farmacéuticos, pues ya se ha dicho que para estos laboratorios la buena salud, el curar y erradicar enfermedades no es negocio y, desde luego, se tiene que fortalecer la sociedad de consumo no nada más en los medicamentos, sino en ropa, aparatos domésticos de todo tipo, vehículos automotrices, etcétera.
Si se llegaran a producir medicamentos que curaran y no aliviaran nada más, esos laboratorios quebrarían al ya no haber enfermos.
Sea pues. Vale.
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