DOS CARAS TIENE JANO
Por: Lic. Francisco Pérez Gómez
Hoy, amanecí melancólico, deje fluir los pensamientos para dejarlos trotar por los sinuosos y bellos caminos del pasado en los que, joven y vigoroso conocí en base a mi trabajo, las campiñas, valles y ciudades de este México nuestro, tan lleno de historias, de cultura, de anécdotas, de costumbres y sabores que unidos en imponente zarzal conforman nuestra cultura.
Sinsabores y tiempos de fortuna deberían acercarnos a la fraternal convivencia, ¿Cuál será el mejor camino del transitar del ser humano?, Sin duda el que le genere bienestar físico y espiritual, de aquí la reflexión para no dejarnos influenciar por aquellos factores cuyo único objetivo es despertar el lado obscuro del ser humano. Luego pues, ¿Para qué enfrascarnos en peleas estériles, en los ataques a nuestros congéneres en aras de una superioridad falsamente visionada?, La naturaleza humana tiene la luz del conocimiento, así como sus infiernos donde anida la malsana semilla que detiene el avance de la sociedad hacia un futuro mejor.
Se habla de la maldad y del bien hacer, sin embargo habría que dilucidar a profundidad la verdadera esencia de los términos, para algunos, la maldad refiriéndose en el sentido estricto de la palabra no solo se refiere a actos malos, la historia y lo manifestado en libros sagrados guardan en su interior y sus páginas situaciones donde actos “malos” llevaron a la magnificencia de las sociedades, lo que pone en tela de juicio a la maldad tal como es concebido en términos de la maledicencia, ¿Será que la humanidad tiene una obsesión y necesita saciarse para librarse de ella? Sócrates decía que “nadie hace el mal adrede y en frio, el mal se perpetra siempre por error”, y San Agustín expresaba que el “mal nace por la ceguera que nos causan nuestros apetitos y pasiones desordenados”, partiendo de tales premisas tal pareciera que nuestro frenesí y precipitación humana nos hace confundir la frontera de los términos. El Bien hacer también tiene sus aristas y sus formas de apreciación, habría que ver el delgado hilo que separa a la maldad del bien hacer para analizar en su debida profundidad filosófica tales términos que por siempre han acompañado a las sociedades en sus diferentes tiempos y circunstancias.
Algunos historiadores manifiestan en diversas obras que algunas manifestaciones del bien hacer llevan también sus dosis de maldad aunque su fin sea el de buscar el bien común y el afianzamiento de las sociedades, el tema es complejo. Si nadie quiere hacer actos violentos, ni ser malo o cruel, luego entonces la sociedades deberían también evitar serlo, aquí entra el termino del libre albedrío y la libertad de decisión. La estrategia de diálogos de paz y acciones punitivas coexisten en las mesas de negociaciones para el logro de acuerdos y sobrevivencia, en ellas se explica la doble cara del dios romano Jano, es el juego de hostilidades y diálogos que resulta contraproducente, pero del que paradójicamente pueden salir acuerdos venturosos donde las estrategias y los golpes de opinión pueden resultar en beneficios sociales. La esencia del ser humano es demasiado compleja, sin embargo es la libertad de la que fue dotado lo que impulsa y definen sus acciones, lo que determina si sus acciones reflejan maldad o el bien hacer, de aquí la poderosa influencia de las decisiones que los gobernantes toman para regir el destino de sus gobernados.
SE PUBLICA EN VISOR NAYARITA
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